(basada en el tema de retiro 114)

Intensifiquemos nuestra oración para prepararnos a vivir bien y experimentar la fuerza de la esperanza en Dios en este Año santo 2025 con su jubileo de perdón y de gracia.

  Que la oración sea la brújula que nos oriente, la luz que ilumina nuestro camino y la fuerza para peregrinar y cruzar la Puerta Santa.

   Que encontremos los momentos de oración en todas las circunstancias que afrontamos, pues la oración es para el cristiano «el respiro de la vida» espiritual, sin interrumpirla «ni siquiera cuando dormimos».

  La oración se convierte así, en el puente entre el cielo y la tierra, un lugar de encuentro donde el corazón del hombre y el corazón de Dios se encuentran en un diálogo de amor incesante.

Oración al Padre, para descubrir su misericordia y amor paternal. Detener nuestra atención y reverencia en cada expresión con la cual nos dirigimos en dialogo al Padre.

Oración al Hijo con petición profunda: «Señor, enséñanos a orar», enséñanos las dos dimensiones esenciales de la oración cristiana: el alejarnos prudentemente de las ocupaciones cotidianas en la búsqueda del diálogo personal con el Padre, y el silencio en el corazón, indispensables para dar espacio a la voz de Dios y escuchar lo que Él quiere.

Oración de invocación al Espíritu Santo para conocer lo que Dios nos ha donado y reconocer así la presencia real de Dios dentro de cada uno de nosotros.

Para: Adorarlo, reconociendo la soberanía de Dios y nuestra total dependencia de Él.

Para Alabarlo y agradecerle, como expresión de alegría y gratitud por sus innumerables dones y bendiciones.

De Intercesión: que nos permite orar por las necesidades de los demás, mostrando solidaridad, comprensión y compasión.

De Suplica:   por nuestras necesidades personales, nuestros deseos más profundos, y nuestras preocupaciones más urgentes.

Por el Perdón: en una petición de perdón por los propios pecados, personales y comunitarios que hemos tenido en la Iglesia y en nuestra Obra.